¿Alguna vez has comprobado cómo funciona el efecto dominó? Cuando las fichas están colocadas con precisión, la caída de una sobre otra provoca una reacción en cadena que termina afectando a toda la fila, pero si empezamos la tirada por el final de la hilera, las primeras permanecerán ajenas al movimiento.
Lo mismo ocurre con las empresas, donde todos los stakeholders están interconectados entre sí, pero no de cualquier modo. Como recogen John Mackey y Raj Sisodia en su obra Conscious Capitalism, la interdependencia de los colectivos vinculados a la organización es como un círculo, cuyo principio arranca con el establecimiento de un propósito elevado, que atraerá a su vez a los profesionales adecuados, quienes se esforzarán por satisfacer las demandas del consumidor, lo que conllevará un mayor beneficio para los inversores.
Sin embargo, la causa-efecto no se puede revertir, pues si la compañía centra su prioridad en cumplir con las necesidades de los shareholders no habrá mayor fidelidad del cliente, rompiéndose la reacción en cadena antes mencionada.
Entonces, ¿cómo debe ser la estrategia corporativa de la empresa? Existen varias pautas, según el Capitalismo Consciente, para conseguir una correcta conexión de los stakeholders, en la que se cuiden todos los grupos de interés y redunde en el éxito de la organización: